
No importa si el susto ya pasó, Yevgeny Progozhin sigue vivo y eso hace que no tenga punto final.
Porque aunque se haya ido a Bielorrusia, su legado permanece en Rusia. Alimentando grietas que si llegan a ser lo suficientemente profundas para dividir a un país entero, con once zonas horarias, podrían llegar a afectar a Europa y Asia. Porque la nación que actualmente es gobernada por Vladimir Putin, es el corazón de Eurasia.
El escenario post-Putin preocupa y esto lo tiene muy claro China. Además de compartir intereses e intercambiar dinero por recursos naturales, comparten fronteras y eso le da a Rusia todas las posibilidades de desestabilizarlos. Tomando en cuenta que un golpe de Estado, podría llevar al poder a personas cercanas a Estados Unidos y a sus aliados. Por eso es que abiertamente declaran que respaldan la estabilidad interna de la nación vecina.
Es cuestión de Seguridad Nacional, pero no solamente para los asiáticos. El momento actual hace que lo que ocurre en Rusia se sienta en todos lados. Eso ya no los demostró la guerra y el hecho de que un momento así, pueda ser capitalizado por Ucrania, seguramente redibujaría varias fronteras mundiales.
Estamos en una época en el que el mapa vuelve a cambiar. Porque también si Rusia gana esta guerra que no puede perder, el mapa cambiaría, ya sea con nuevos pedazos de Ucrania anexados al país eurasiático o con China consolidando su posición sobre Taiwán y esto podría, tal vez, inspirar algún movimiento entre las dos Coreas.
La guerra en Ucrania ha denostado que todo puede pasar, con todo y que nos hemos acostumbrado a ella y lo civilizados que nos creemos con el paso de los Siglos.
Así es el mundo en el que Yevgeny Progozhin ha hecho historia y mientras que para unos es un villano que ha traicionado a la patria, para otros se a convertido en el nuevo líder de la oposición en exilio que se fue, para no derramar la sangre de su pueblo. Resonando tal vez de manera eslava, con el momento que se vivió en México con Cárdenas en el 88.
Sobretodo, porque la historia de ambas naciones ha demostrado que los acuerdos privados están por encima de los institucionales.
Lo que se habló, solamente lo saben Putin y Progozhin. Aquel que alguna vez fue delincuente convicto, vendedor de hot dogs, y posteriormente dueño de lujosos restaurantes que llamaron la atención del mandatario ruso y lo convirtieron en su socio.
La vida le cambió y eso s vio en el 2010 cuando Putin inauguró la fábrica del líder del Grupo Wagner, construida con generosos préstamos de un banco estatal. Paralelo a eso, tan sólo en Moscú, su empresa Concord ganó millones de dólares en contratos para suministrar comidas en escuelas públicas y en eventos del Kremlin, que lograron que la gente comenzara a referirse a él, como el chef de Putin.
Por si esto fuera poco, en el 2017 el opositor Alexei Navalny acusó a las empresas de Prigozhin de infringir las leyes antimonopolio al presentar licitaciones por unos 387 millones de USD para contratos del Ministerio de Defensa. Porque llegó a desempeñar un papel central en la proyección de la influencia rusa en lugares conflictivos de todo el mundo, y aunque todo lo anterior haya cambiado, los lazos y probablemente también los secretos, hacen que Yevgeny Prigozhin siga vivo en la aliada Bielorrusia.
Caras vemos, corazones no sabemos.
El último en salir, apague la luz.
Twitter: @StephanieHenaro